Lo primero que debes hacer, es llevar las cosas con la mayor calma posible, sin prisa pero sin pausas, hazlo disfrutar de la nueva experiencia y llévalo al séptimo cielo, con unas pequeñas torturas sexuales a las cuales lo vas a someter.
Cubre a tu pareja de dulce, ya sea chocolate, leche condensada, el sabor que más te guste, cubriendo con este todas las zonas más eróticas de tu pareja. El pene, la nuca, las orejas, los glúteos, los pezones, el interior de los muslos, todas esas zonas que lo vuelven loco de placer. Acaricia y lame más de una zona a la vez, mientras pasas con la lengua por el borde de los pezones, con las manos acaricia su pene o su interior de los muslos.
El secreto está en controlar la eyaculación de tu pareja y retardarlo lo máximo posible. Si sientes que él está a punto de venirse, cambia de postura, no te detengas, así crecerá la excitación mucho más en él, recuerda sin prisa pero sin pausa.
Si es posible amárrale las manos para que tenga que luchar contra los impulsos de tocarte, juega con él, muérdelo suavemente en cada zona que tengas la oportunidad, chúpale su cuello sin dejar marcas, aráñalo con delicadeza, míralo como se retuerce y no dejes que te toque, hazle crecer cada vez mas esas ganas de cogerte y penetrarte.
Cuando veas que ha llegado la hora, hazle el mejor sexo oral que le hallas practicado en su vida, con sus manos amarradas, con todo su cuerpo torturado y con la pasión a flor de piel, detén el sexo oral y pasa a la penetración, generando el mayor movimiento posible con tu cuerpo encima de él logrando así uno de los mejores clímax.
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