lunes, 27 de septiembre de 2010

El mero macho


Muchos hombres consideran que son todo lo que una mujer desea sólo por el hecho de que se consideran a sí mismos unos “porn star” dispuestos a lo que sea, cuando sea, y prácticamente con quién sea.
Pero eso no es un hombre interesante. Un hombre atractivo de verdad debe ser un complemento de muchas características que a las mujeres nos gustan. Lamentablemente son pocos los que cumplen con ellas y a veces es mejor conformarse con lo que hay, ya que dicen que es mejor pájaro en mano que 100 volando.
¿Cuáles son estas características?

En realidad no son tan complejas como muchos hombres creen, es sólo cuestión de esforzarse un poco. Por ejemplo, no nos gustan los hombres excesivamente gordos o flacos, que se vistan mal, huelan feo, mantengan sus zapatos sucios, no se peinen, sean muy habladores o no sepan bailar. Esto es fundamental, tener ritmo y coordinación con la música nos indica qué tan coordinados son con nosotras en la cama.
Un poco de ejercicio no le hace daño a nadie, tener los músculos tonificados (mas no demasiado grandes), hacer comentarios inteligentes, saber reconocer el momento adecuado para cada cosa, decirnos cosas lindas, hacernos reír (pero más importante que eso, hacernos sonreír). Estas y muchas más son actitudes que los hombres deben tener en cuenta a la hora de la conquista, y ojalá fuera así siempre, para que no se les esfume ese “no sé qué” que mantiene a una mujer prácticamente a sus pies.
En la cama, es difícil describir al hombre ideal, pues cada mujer tiene gustos diferentes. Pero es indispensable que uno de los dos (sea ella o él) tenga la iniciativa para cambiar la posición cada cierto intervalo de tiempo, no es buena la monotonía. Y obviamente después de haber terminado el acto, ninguno de los dos debe hacer algo que incomode al otro (puede ser dormirse, ir al baño, comer sin invitar, encender el tv, etc). Deben tener claro que después del acto, sigue un momento de compartir y encontrarse con caricias, palabras tiernas, abrazos y/o besos.
Las manos son para acariciar, nunca amasar, apretar, pellizcar o golpear (a menos que la mujer así lo desee), y la lengua es para saborear, pueden recorrer el cuerpo de la mujer con deliciosos besos y caricias antes de empezar el juego sexual, todo hace parte de “hacer el amor”.

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